Mañana es 14 de febrero, dia del amor. Y mientras pensaba en eso y también en algunas ideas para una boda que filmaré este año en Houston, recordé mi video de bodas.
¡Dios mio! ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Pero aún más…¡Cuánto ha cambiado todo!
Para empezar les cuento que me casé en Cuba durante el famoso y muy mencionado "período especial” y no se asusten que no voy a hablarles de lo que había o mejor dicho, no había en Cuba en aquellos años. Además, independientemente de que fue una boda muy emotiva llena de significados para mi esposo y para mi, y habría muchas cosas hermosas que contar de ese dia, como estoy escribiendo desde la web de mi negocio, solo quiero hablarles de lo que tuvo que ver con video y fotografía.
Para empezar, nunca supe quien filmó el video que me entregaron en un cassette betamax envuelto en un cartón. (Ubíquense, estoy hablando del año 1993) Supongo fue alguien que gentilmente lo hizo en la Iglesia Metodista, en la cual me casé. Obvio que lo agradecí porque aquel video de imágenes un tanto oscuras, sin editar, con cámara en mano y al ritmo de los pasos del que filmaba, era definitivamente en aquella época un lujo que casi nadie podía tener.
Pero… si les digo que ese video no está hoy en mi poder, seguro no me lo creerían. Ese video se perdió. Alguien un dia se lo llevó para verlo, no me lo devolvió y con el tiempo olvidé quien fue. Esta puede que sea la ironía más grande de mi vida. ¿Cómo es posible que alguien como yo, dedicada en cuerpo y alma a hacer lucir en imágenes los mejores momentos de los eventos de otros, no tenga un video de mi propia boda? Pues no, ¡no lo tengo!
Pero bueno… ¡no todo está perdido! Conservo las fotos.
Pero las fotos también tienen su toque de chiste. El fotógrafo que las hizo era un vecino de mi papá que con amor se brindó para tomarlas, pero como estábamos en período especial a nosotros nos tocaba conseguir los rollos para darle al fotógrafo (Estoy hablando de la era analógica, por supuesto). ¡Adivinen! ¡Solo conseguimos un triste carrete Kodak de 24 exposiciones! ¡No más! El pobre hombre tuvo que ingeniárselas para capturar los principales momentos de la boda, y por supuesto que el rollo no nos alcanzó para la luna de miel. Quizás de ahí venga mi trauma y por eso siempre tomo cientos de fotos cuando salgo de viaje con mi esposo.
La verdad es que hoy todo es otra cosa. La era digital nos da la posibilidad de capturar cuanto queramos y… ¿Qué importa si una foto te sale mal, si puedes hacer click cuantas veces más quieras hasta lograr tus mejores fotografias? Lo mismo con el video. Hoy dedico la mayor parte de mis horas a editar y me deleito jugando con las imágenes, la música, los títulos, los efectos, las transiciones… en fin… un mundo que me apasiona y me permite hacer cada vez mejores creaciones.
Se me ocurrió contarles esto, un día antes del 14 de febrero, para además desearles un feliz dia del amor. Y decirles a quienes tienen planes de bodas que no duden en contratar a alguien que pueda capturar para ustedes lo mejor de ese día. Y permítanme decirles algo más. Probablemente ese vidéografo o fotógrafo no tendrá los problemas de escasez que yo viví en Cuba, apuesto a que usará las mejores cámaras y los mejores accesorios, pero asegúrate también de que sea alguien que ame lo que hace, porque cuando la pasión es el ingrediente fundamental, te podrá sorprender con un video o unas fotos que irán más allá de lo que tú esperas.
Y en mi caso... por si te lo estás preguntando... haber sufrido la ironía de no conservar mi video de bodas es una razón poderosa para hacer lo mejor en los videos de otros.
Déjame algún comentario contándome alguna anécdota sobre el video o las fotos de tu boda.
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